Está dentro de todos nosotros. Durmiendo. Esperando. Y aun sin desearlo, sin pedirlo, se desata. Abre sus fauces y aúlla.
Nos habla. Nos guía. La pasión nos gobierna a todos y nosotros obedecemos. ¡Qué remedio nos queda!
La pasión es la fuente de nuestros mejores momentos: la alegría de vivir, la claridad del odio y el éxtasis del dolor. A veces duele más de lo que podemos soportar. Si pudiéramos vivir sin pasión, tal vez encontraríamos algo de paz, pero estaríamos vacíos. Habitaciones vacías, destartaladas y húmedas.
Sin pasión, estaríamos realmente muertos.
Foto de Sonia Cristina Carvalho
Texto de internet...
3 comentarios:
la tibieza también puede ser una opción, la no estridencia. para algunas cosas, al menos.
Hola Raúl. Pero incluso la tibieza y la templanza implican pasión...al igual que la moderación y la continencia. Claro que en un grado bastante suave, adormilado.
Al contrario que la estridencia, los tri-tonos pasionales, que sería el apogeo de la pasión.
cada uno añade la dosis que desea y necesita en cada momento.
Casi (nunca se puede decir siempre, ni siempre nunca)de acuerdo con el texto.
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