Si esto fuese un mundo matemático estaría ligada para siempre con muchas personas anónimas, pero en la realidad, se convierten en combates cotidianos por prolongaciones espaciales de trayectorias personales.
Y me alegra que, de vez en cuando, no sea yo la que tenga que poner cara de derrota y soltar un ¡uy! o un ¡ups! al anónimo en cuestión, sino ser la que sonría con orgullo y preeminencia.
(nótese que también se pueden producir las sonrisas que ocultan superficialmente la complicidad de tal aleatoriedad compartida en un mundo tan descabellado).
Película: La ciencia del sueño. Recomendada!